Trazos que van dando forma
al marchito corazón que se desvanece
ondas que van y vienen
componiendo la sinfonía de la libertad.
En la arena va quedando escrita
aquella letanía de sinsabores
y el trago incandescente de la verbena juliana
va consumiendo mi suspiro y dolor.
¡Cuántas noches el grito enmudeció en mi lecho!
¡Cuántas noches un océano mis lágrimas formaron!
He surcado las olas fúnebres
en que la muerte rondaba mi ventana.
Vi en Tu mirada el juicio levantarse;
oí las voces que me entregaban a la desazón.
Posé mi alma en el campo agonizante
de la lucha armada que erigió el dolor.
Vuelan las gaviotas atravesando el horizonte
y mi suspiro entona una canción.
¡Cruentas noches cautivaban mi esperanza
y la duda susurraba negras melodías!
¿Acaso Olvido me llevaría prisionero
y Soledad con su lazo me atraparía?
Mas tu Espíritu gritaba desde el cielo
que la libertad se acercaba victoriosa
y en un susurro perdí el aliento
entregándome a la derrota.
Y el vaivén de las olas entona una melodía épica
viendo Tu ejército vencer en la batalla.
Una noche bastó para ver la victoria
De Tu sangre vencer el pacto realizado.
Trazos que van dando forma
al marchito corazón que va latiendo…
El rocío de Tu gracia me alimenta
y hace florecer el campo en el que corro.
Son los trazos dibujados en la arena;
son tus dedos que dan forma a mi diseño;
Tu creación va naciendo de la tierra
y llenando cada fibra de mi ser.
Son los huesos que se unen
y el tejido que se adhiere.
Es el diseño de Tu imagen en mí soplada,
el diseño que ha dado vida en mi interior.
Las olas van borrando de la arena
aquella letanía de sinsabores
absorbiendo cada lágrima derramada…
Veo Tus pasos en el mar que se acercan
y Tu mano que me llama hacia Ti.
En Tu Luz está mi aliento.
Voy a Ti… caminaré en el mar
y en un abrazo contigo me fundiré.
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