miércoles, 26 de octubre de 2011

Confianza y Deleite: Las Puertas hacia el Gozo


“Confía en el Señor y haz el bien; establécete en la tierra y mantente fiel. Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará. Hará que tu justicia resplandezca como el alba; tu justa causa, como el sol de mediodía” (Salmo 37:3-6)

¿Cómo enfrentamos el desánimo y la desazón? ¿Cómo hacemos frente a los golpes que este mundo caído nos induce? ¿Qué hacer frente a las situaciones que nos hacen menguar el gozo y cuando nada parece tener sentido y solución?

No es de extrañar que en nuestro día a día nos topemos con circunstancias en las que cualquier palabra recibida pareciera no tener su cumplimiento. Es más, muchas veces pareciera que, como resultado de dicha palabra, las cosas se volvieron más oscuras y en vez de ser de bendición, no vemos la mano de Dios en nuestras vidas. Vemos que otros prosperan y les va tan bien y nosotros nos sentimos como la oveja negra del rebaño del Señor.

¿Cómo, entonces, pretenderemos siquiera levantar nuestro ánimo y continuar luchando por nuestro gozo? ¿Podremos acaso volver a regocijarnos en la esperanza de vida que representa para nosotros Jesucristo? Todo ello me lleva a pensar en lo que detallo a continuación.

Un miserable como yo

Recuerdo que en una ocasión, una persona a la que admiro mucho, me dijo lo siguiente: “Guillermo, cuando creas que no hay nada que pueda ser hecho, recuerda tu testimonio, recuerda lo que el Señor hizo en ti. ¡Eso es un gran milagro!”.

Roberto no se equivocó. De hecho, en su tiempo, John Newton, el comerciante de esclavos que se caracterizó por su crueldad y abyección, reconoció su condición de depravación humana, al punto que escribió:

“Asombrosa gracia, ¡qué dulce el sonido!
Que salvó a un miserable como yo.
Una vez estuve perdido, pero ahora he sido encontrado;
Estuve ciego, pero ahora veo”.

¿Imaginan el encuentro que el explotador y torturador de esclavos tuvo con la gracia? No fue un simple conmovido e impulsado asistente de domingo a la iglesia. De ningún modo. Se trató de un hombre que se encontró o, mejor dicho, fue encontrado por la gracia, por Jesucristo. Fue un hombre que al verse descubierto, que al ser desnudado por la gracia de Dios, no pudo hacer más que reconocer su naturaleza depravada, de verse tal como somos: miserables.

No obstante, aun siendo miserables, desdichados, infelices, depravados, Dios mismo descendió a la tierra en forma de hombre, “se humilló a sí mismo, y se hizo obediente hasta la muerte y ¡muerte de cruz!” (Filipenses 2:8). Su justicia debía ser satisfecha con un sacrificio totalmente puro, una víctima que pagara la condena justa por nuestra depravación. Dado que la paga del pecado es muerte, Jesús recibió nuestra condenación, de modo que sólo Uno pague por nuestros pecados, el Justo por los injustos, tan sólo por amor. ¡Asombroso amor! ¡Asombrosa gracia!

Así, si podemos imaginar que Su gracia es la que nos encontró (porque nuestra depravación misma nos impedía siquiera pensar en acercarnos a Dios), que fuimos encontrados por Él; que Él simplemente por amor se acercó a nosotros, nos rescató, nos lavó con Su sangre, nos redimió de nuestros pecados; ¡nos hizo libres y nos ha hecho sentar en lugares celestiales!, entonces no desestimaremos que el mayor milagro ya ha sido ejecutado en nosotros: ¡Hemos sido hechos hijos de Dios! ¡Herederos de Dios y coherederos con Jesucristo! ¡Libres, completamente libres! Y la verdad más importante de todas: ¡Él nos ama! Por amor lo hizo, simplemente por Su gracia.

“Si su gracia es un océano, todos nos estamos hundiendo”
 –John Mark McMillan.

Confía en el Señor

Si Él ha hecho lo más grande por ti, ¿realmente dudas que hará algo más? La duda es un insulto hacia el Rey de reyes. Estás diciendo: “tú no puedes hacerlo, YO debo buscar un atajo una vía más rápida”. Minimizas el poder de Dios y menosprecias uno de Sus atributos: Su OMNIPOTENCIA.

Por algo se llama el Todopoderoso. Porque Él todo lo puede. No en vano Jesús dijo de Su Padre: “si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!” (Mateo 7:11). Él es el creador del cielo, de la tierra y de todo lo que existe en ella. El salmista lo expone de la siguiente manera:

“El Señor hace todo lo que quiere
      en los cielos y en la tierra,
      en los mares y en todos sus abismos”.
(Salmo 135:6)

Él hace lo que quiere y en lo que Él hace encuentra placer; Él se deleita haciendo todo lo que quiere; se goza; se regocija, porque como Jesús lo dijo en Mateo, Él da y hace cosas buenas. No hay más vueltas que darle. Toma Su tiempo y lo hace a Su manera simple y sencillamente porque Sus pensamientos no son nuestros pensamientos ni Sus caminos nuestros caminos. Sus pensamientos y caminos son más altos que los nuestros (Isaías 55:8, 9). Pero, este pasaje significa más que simplemente que no podemos entender los pensamientos y caminos de Dios. ¡Yo en este pasaje veo alturas! Sus pensamientos de bien nos prometen alturas, niveles nuevos de gloria. O sino, ¿por qué Dios nos demanda que vayamos de gloria en gloria? La única respuesta que encuentro es que, Él sabiendo que nuestra humanidad y raciocinio nos impiden alcanzar esas alturas, ¡son Sus pensamientos y Su obra en nosotros, los que nos llevan a nuevas alturas!

Es Él. Todo tiene que ver con Él. Él hace lo que quiere y ¡Él ejecuta Sus pensamientos de alturas nuevas en nosotros! Por ello el salmista nos dice: "Confía en el Señor y haz el bien”. Es decir, confía, no te desanimes. Cuando nos desanimamos, dudamos e insultamos a Dios. Eso mi amigo, es hacer el mal. Sin embargo cuando confiamos y nos mantenemos fieles, adoramos a Dios y reconocemos ¡Su grandeza, Soberanía y poder!; reconocemos que Él es el Todopoderoso… y eso es hacer el bien.

¡Confía! ¡No te desanimes! Que Él te tiene preparado para nuevas alturas.

Deléitate en el Señor

Cuando confías en Dios, pones tu esperanza y tu fe en la Persona correcta: En DIOS. No en los bienes materiales ni en la bendición, sino en DIOS. Pablo lo hacía, el tomaba todo lo demás como basura. Su única razón de vivir fue Jesucristo. Por ello dijo:

“Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia”.
(Filipenses 1:21)

Él se debatía en la disyuntiva de querer partir y estar con Cristo, “que es muchísimo mejor” y quedarse por el bien de la iglesia, para que Cristo sea glorificado. (Filipenses 1:23). En ambas decisiones, Cristo era el centro de su decisión. Ése era su verdadero deleite y gozo: JESÚS.

Nada debe ocupar el lugar que únicamente le pertenece a Jesucristo. Por eso, cuando confiamos en Dios, cuando nuestra fe se coloca en Él y no en la bendición, Él es más glorificado, porque encontramos la delicia que representa Su presencia para nosotros. Confiamos, no porque nos va a bendecir, sino por Quien es Él: EL REY, EL SEÑOR, EL TODOPODEROSO. Porque Él merece toda la gloria y la honra. Porque Él es el Digno y nosotros los indignos.

De no haber sido por Su gracia, seguiríamos en el pozo de desesperación en el que vivíamos. Continuaríamos revolcándonos en el lodo cenagoso. De no haber sido por Su amor, no conoceríamos esta asombrosa gracia. No conoceríamos lo que es ser verdaderamente libres. Seríamos muertos en vida que esperan la muerte final. Su gracia lo es todo. Todo tiene que ver con Él y nada con nosotros.

Y si Él no dio al Hijo, nos dará todo lo demás con Él. Tan sólo esperemos en Su soberanía y confiemos en Dios. Al final nos asombraremos de ver que la Luz estaba más cerca de lo que parecía. Solamente que no habíamos puesto nuestra vista en la perspectiva correcta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tus comentarios. Éstos me animan a continuar publicando. Dios te bendice.