lunes, 30 de enero de 2012

Una pasión por la Gloria de Dios

La búsqueda de Dios concierne una realidad que está lejos de ser color de rosa, sino que establece un recorrido que podría no siempre ser placentero. Si lo vemos desde la óptica del camino completo, veremos que una vez que se empieza a caminar en esta aventura, podría ser que queramos usar los atajos que nos llevan a un resultado nefasto.

Mientras escribo esto, pienso en el camino que recorrieron Abraham, Isaac y Jacob durante su búsqueda; una búsqueda que comenzó –por cierto– con Dios queriéndose revelar a ellos y establecer un pacto. Así, podemos tomar como punto de partida que la búsqueda comienza con Dios queriéndose revelar a nosotros y establecer un convenio o pacto.

Durante un tiempo de oración que tuvimos hace poco, me sentía no digno de estar en presencia de Dios y, casi sentía una gran distancia entre Él y yo. No podía orar, ni aun me sentía capaz de leer la Biblia y meditar en ella. Buscaba ansiosamente volver a estar en presencia del Señor, pero no había nada que me lleve a esa intimidad que necesitaba con urgencia. Mis lágrimas caían buscando el rostro de Dios, hasta que Él me llevó hacia la vida de estos tres grandes hombres de Dios.

¿Cómo era posible que ellos, con sus errores y debilidades pudieran haber charlado y aun servido al Dios Santo? ¿Cómo Él pudo incluso decir de Abraham que no podía ocultarle lo que habría de hacer con Sodoma y Gomorra? ¿Cómo pudo pactar con un hombre que usurpó la primogenitura de su hermano y se hizo pasar por él? El camino hacia Su gloria comienza simplemente con Él –por gracia– queriéndose revelar a nosotros y llevándonos a transitar por ese camino glorioso en el que nuestro carácter será forjado en el fuego de Su santidad.

Puedo ver a Abraham mintiendo sobre su relación con Sara por salvar su pellejo o a Jacob inclinado delante de Isaac diciendo ser Esaú y recibiendo tremenda bendición y asimismo puedo verlos erigiendo un altar hacia EL SHADDAI donde Él les hablaba, en señal de adoración. Cada vez que Dios les hablaba, ellos erigían un altar de adoración. Entonces, otro punto en la búsqueda es la adoración.

No es posible querer ver la gloria del Dios santo que siente pasión por Su gloria, sin glorificarlo, ni es posible siquiera atrevernos a entrar en los lugares celestiales sin venir en postración de temor ante Él. No muchos días atrás nos hallábamos en un tiempo de alabanza de alabanza y adoración con unos amigos y el Señor me llevó a Filipenses 2:5-11, moviéndome a declarar aquello para todos. Fue un instante en que cada uno de nosotros se postró delante de la Majestad del Todopoderoso y Él se movió con tanto poder y revelación que muchos fueron llenos del Espíritu por primera vez. Algunos hablaron en lenguas, otros fueron llenos de un gozo inexplicable. Algunos tuvieron palabra de revelación… La adoración y la postración delante de la Majestad de Dios, trae revelación y la misma presencia del Señor.

Pero la búsqueda va mucho más allá que la experiencia gloriosa del poder de Dios. Es un proceso de entrenamiento y prueba en el fuego de Su santidad. Como lo leí en un libro de Randy Alcorn, “el oro verdadero no le teme al fuego”. Cuando el oro sabe que es oro y que sólo puede serlo en la presencia del Señor, entonces buscará ser forjado y refinado por el Forjador.

El camino que recorrieron estos hombres de fe, fue un camino de prueba y despojo, en que tuvieron que despojarse de sí mismos, con tal de ser asidos por Dios. ¿No es acaso lo que hizo Jacob cuando prefirió ser herido por Dios, con tal de ser bendecido por Él? Despojo. Ésa es la palabra, DESPOJO.

Es lo que hizo Jesucristo quien siendo Dios, no estimó serlo sino que se despojó a Sí mismo, tomó forma de siervo y se humilló hasta la muerte y muerte de cruz. Pero para llegar a esta misma imagen de Cristo, es necesario entrenarnos a nosotros mismos; renunciar cada día a nosotros, a nuestros títulos, a nuestras posesiones, a todo lo que nos enorgullece y preferir ser nada, ser escoria y que Jesucristo sea glorificado. Dios es más glorificado en nosotros cuando más nos deleitamos en Él. Mientras nuestro deleite sea que Jesús sea glorificado y no nosotros, entonces el camino nos llevará más cerca de Él.

Pero aquello requerirá dolor. Sin embargo, sumado al dolor tendremos gozo y la pasión por el ver la gloria de Dios nos llevará más cerca de Él, hasta el momento en que seamos encontrados por Aquél  a quien estábamos buscando. Es cuando el buscado se convierte en buscador y nosotros en encontrados y atrapados por Su preciosa gloria y no podamos hacer más que callar y caer postrados delante de Su majestad.

Y ésta es la pasión que me mueve, la pasión que inflama mi corazón… y es la pasión por el despojo, con tal de ver la gloria de Dios. ¡Cuán difícil pero a la vez cuánto gozo en renunciar a mí mismo y preferir ser lleno de Él!...

Es mi oración que mientras leas esto, seas inflamado por el fuego de Su pasión y santidad y que te conviertas en un buscador de la gloria de Dios. Es mi oración que mientras caminas, puedas oír la voz de Dios y que Él te lleve a mostrar cosa que ojo no vio ni oído escuchó… aquellas cosas grandes y ocultas que aún no conoces. Amén.

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