jueves, 5 de julio de 2012

Creados para Propósitos Mayores


La realidad de un propósito mayor no es una charla motivacional o algún tipo de Programación Neurolingüística. Es una realidad que existe en la esencia misma de Dios y que opera por el soplo de Su Espíritu en aquel a quien ha llamado para aquellos planes.

Si bien creo firmemente en la soberanía de Dios, Su soberanía no es un pretexto para creer que Dios se halla en Su trono esperando que todo aquello que ha decretado se cumpla en un tiempo determinado. Esta idea de un dios falaz y cómodo, no es más que una vía para excusar nuestra deficiencia de alcanzar aquellos propósitos mayores por los cuales fuimos creados.

El Salmo 139 es un testimonio claro de que Dios nos formó, nos creó y depositó aquellos sueños y propósitos en nosotros, los cuales desatará durante nuestro caminar.

“Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos” (Salmo 139: 13-16).

La versión amplificada, hace mención de haber sido “bordado con diversos colores”. Dios tejió, escribió nuestra historia y plasmó en ella Sus pensamientos: aquellos propósitos mayores para los cuales nos ha llamado.

A veces me pregunto si realmente creemos que la salvación fue el plan final de Dios. En realidad, la salvación es la puerta de entrada al camino angosto. Jesús habla de Sí mismo como la Puerta. Él es la salvación y el regalo de la vida eterna. Pero la puerta conduce al camino angosto del que la Biblia nos habla y en ese camino se forja nuestra identidad a semejanza de Cristo.

Dios no nos llamó únicamente a salvación. De ningún modo. Él nos llamó a propósitos mayores; a ser formados a imagen de Jesucristo

Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29).

En este caminar de transformación, el Espíritu Santo nos llena con Su plenitud y nos lleva a ser cada día más como Cristo; pero no sólo eso, sino que “el mismo [Espíritu] que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales” (Romanos 8:11). He aquí el poder de esta Palabra. El Espíritu de resurrección, da vida a nuestros cuerpos; al encontrarse con nuestro espíritu, sopla vida en nosotros y pasamos del estado de muerte a vida en abundancia con Cristo Jesús.

Del valle de la Desgracia al paso de la Esperanza

El libro de Oseas hace una referencia del pueblo de Israel pasando por su tiempo de desgracia, hacia la cautividad, el cual fue el medio en que serían transformados y curados de su idolatría para volverse completamente al Señor. Dios habló por medio de Oseas y les dijo:

Allí le devolveré sus viñedos, y convertiré el valle de la Desgracia en el paso de la Esperanza” (Oseas 2:15).

Cuando Dios nos ha llamado para cosas mayores, Él necesita destruir todo aquello que nos aparta de Él y que nos impide depender únicamente de Él. Nuestro Dios es un Dios celoso, pero su celo está fundado en el amor que Él desea prodigarnos al depender sólo de Su presencia.

Es en este proceso que Jesucristo nos saca de la cautividad y transforma nuestros valles de Desgracias en un camino de Esperanza. El Espíritu Santo sopla vida en nosotros, nos resucita y nos da paso completo a los lugares celestiales. Cuando hallamos esta vida en abundancia y bebemos de los ríos de agua viva en los que somos sumergidos, junto con esta vida que el Espíritu de vida nos da, desata la revelación de aquellos propósitos mayores para los cuales hemos sido llamados.

Mira, puedes continuar creyendo que Dios en Su soberanía se sienta y espera que su Decreto Eterno sea cumplido, pero la realidad es que Dios decreta algo y al mismo tiempo equipa a aquellos que traerán la realidad sobrenatural de lo invisible a lo visible, a nuestro mundo terrenal. El hecho es ser un aguerrido que se atreve a descubrir y alcanzar los sueños que el Dios soberano soñó contigo.

Para ello deberás pasar por el proceso de transformación y te aseguro en el Nombre de Jesús, que el Señor de los Ejércitos cambiará tu valle de Desgracia en el paso de Esperanza. Él te mostrará los propósitos mayores para los cuales fuiste creado y aún más, declaro que el Espíritu Santo te revelará las cosas grandes y ocultas que el Padre escribió en tu libro antes que nacieras. Amén.

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